viernes, 18 de junio de 2010

Saramago. In memóriam



El anuncio de la muerte de Saramago nos ha cogido por sorpresa.
Sabíamos que estaba delicado, pero confiábamos en que nos acompañaría mucho más con su lucidez amarga, con su humanidad atenta a los infortunios, dando la cara en tantas causas injustas de este tiempo nuestro.
¡Cómo nos identificamos con sus palabras, con su concepción de la paz!: "Educar para la paz implica enseñar a reconocer al otro, a escuchar sus argumentos, a entender sus limitaciones, a negociar con él, a llegar a acuerdos."

Y eso, por no hablar de su obra:
Su Ensayo sobre la ceguera lleva siendo lectura imprescindible en nuestro instituto varios cursos, desde que lo leímos en penumbra y en silencio aquella noche de viernes. Ese modo suyo de llevar hasta el extremo una situación tan inquietante, tan dura, nos llena de asombro. Nos admira que, entre tanta miseria, haga brillar la bondad; que entre tanto egoísmo aterrador, nos convenza de que es posible la solidaridad en un variopinto grupo unido en la desgracia.

De solidaridad, esta vez basada en el cariño familiar y en la resistencia a una sociedad consumista que atenaza y machaca al individuo, también trata La caverna, con esa entrañable relación entre el artesano amenazado y su hija, que defiende a su familia y apoya el buen hacer del padre con empeño conmovedor.

Mi primer contacto con su escritura fue a propósito de un viaje a Portugal, cuando Kiki, la librera de San Lorenzo, en su librería Arias Montano, me recomendó el Memorial del convento. Me admiró inmediatamente esa manera peculiar de puntuar, de reflejar el pensamiento; ese monólogo continuo que me hacía cómplice de lo que sucedía en el auto de fe, en el arrastre de aquel enorme y pesado bloque de piedra que parecía a punto de aplastarme a mí también en su camino hacia Mafra, el monasterio que conocí gracias al libro.

Me guió luego en otro viaje a Lisboa El año de la muerte de Ricardo Reis. Con la novela en la mano y un plano de la ciudad en la otra, fui siguiendo los pasos del heterónimo de Pessoa por empinadas callejuelas, plazoletas, avenidas, cafés y miradores. Con él llegué al encantador Museo das janelas verdes, ...

Saramago, con Las intermitencias de la muerte, hizo que concibiera como posible que la muerte se detuviera. Lástima que con él no se haya hecho realidad la ficción que planteó en la novela, que "la vieja Átropos de regaño amenazador no haya decidido envainar la tijera en el día de hoy".

TEXTO DE LA SEMANA
Ensayo sobre la ceguera


Aquella noche hubo de nuevo lectura y audición, no tenían otra manera de distraerse, lástima que el médico no fuese, por ejemplo, violinista aficionado, qué dulces serenatas podrían oírse entonces en este quinto piso, los vecinos dirían envidiosos, A ésos, o les va bien en la vida o son unos inconscientes, que creen huir de su desgracia riéndose de la desgracia de los demás. Ahora no hay más música que la de las palabras, y ésas, sobre todo las que están en los libros, son discretas, aunque la curiosidad trajera a alguien a escuchar tras la puerta de la casa, no oiría más que un murmullo solitario, ese largo hilo de sonido que podrá prolongarse infinitamente, porque los libros del mundo, todos juntos, son como dicen que es el universo, infinitos.
Cuando acabó la lectura, avanzada la noche, el viejo de la venda negra dijo, A eso estamos reducidos, a oír leer. (…) Sólo servimos para esto, para oír leer la historia de una humanidad que existió antes que nosotros, aprovechamos la suerte de tener unos ojos lúcidos, los últimos que quedan, si un día estos ojos se apagan, y no quiero ni pensarlo, entonces el hilo que nos une a esa humanidad se romperá. Como si estuviésemos apartándonos los unos de los otros en el espacio para siempre, tan ciegos ellos como nosotros.


FUNDACIÓN JOSÉ SARAMAGO: http://www.josesaramago.org/saramago/
SARAMAGO, BIOGRAFÍA Y FRAGMENTOS en El poder de la palabra.
SARAMAGO, un especial en El País

domingo, 13 de junio de 2010

TEXTO DE LA SEMANA. Hans Magnus Enzensberger




María Luisa Caride, querida compañera del IES Juan de la Cierva de Totana, con quien estamos desarrollando el proyecto ARCE del que ya hemos hablado en este blog, dice en una entrevista: "Cuando algo me ha llenado, cuando encuentro una lectura buena, no puedo resistirme a compartirla. ¿Cómo iba yo a ser tan egoísta de quedarme para mí sola algo que puede hacer disfrutar a otros?" (Revista Ideales, nº 23)
Pues bien, el Texto de esta semana nos lo propone ella, y nosotros tampoco nos resistimos a compartirlo. Nos lo envió hace días, pero el tráfago de este fin de curso nos ha hecho retenerlo hasta hoy.

Es un poema de Hans Magnus Enzensberger, concretamente de "Poesías para los que no leen poesías" (1971):

canción para los que saben

sabemos que hay que hacer algo inmediatamente
lo sabemos
pero naturalmente es demasiado pronto para hacerlo
pero naturalmente es demasiado tarde para hacerlo
lo sabemos

que realmente estamos bastante bien
y que así vamos a continuar
y que esto no sirve para nada
lo sabemos

que somos nosotros los culpables
y que no es culpa nuestra que seamos culpables
y que somos culpables por ese mismo hecho
y que estamos hartos con ello
lo sabemos

que quizá no vendría mal callarse un poco
y que a fin de cuentas no vamos a callarnos
lo sabemos
lo sabemos

y que a nadie podemos ayudar verdaderamente
y que nadie verdaderamente puede ayudarnos
lo sabemos

y que somos tan inteligentes
y libres para elegir entre la nada y lo nulo
y que debemos estudiar este problema muy cuidadosamente
y que echamos dos terrones de azúcar en el té
lo sabemos

que somos enemigos de la opresión
y que los cigarrillos han subido de precio
lo sabemos

y que la nación se está metiendo en un tremendo lío
y que nuestros vaticinios se mostrarán ciertos
y que no sirven para nada
lo sabemos

y que todo esto es verdad
lo sabemos

y que sobrevivir no es todo sino muy poca cosa
lo sabemos

y que sobreviviremos
lo sabemos

y que todo esto no es nada nuevo
y que la vida es preciosa
y que eso es todo
lo sabemos
lo sabemos
lo sabemos perfectamente bien

y que lo sabemos perfectamente bien
eso también lo sabemos


A Enzensberger lo conocemos, además de porque recibió en 2002 el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, por ser el autor de un libro que nuestros alumnos leen para la asignatura de Matemáticas: "El diablo de los números", un clásico muy conocido con muchas posibles aplicaciones para el aula, al ser el contenido básicamente matemático.


Recogemos de El poder de la palabra la siguiente información:
Hans Magnus Enzensberger, escritor, ensayista y periodista, es una de las figuras más importantes del pensamiento alemán de la posguerra.
Nació en Kaufbeuren, Baviera. Después de realizar estudios de Germanística, Literatura y Filosofía en las universidades de Erlangen , Friburgo y Hamburgo, en Alemania, y en la Sorbona de París, se dedicó al periodismo en la radio.
Ha alternado su trabajo como profesor, con la literatura, el ensayo, el periodismo y la actividad editorial. En 1965 fundó la revista Kursbuch y desde 1985 dirige una colección literaria.
Ha vivido en Noruega, Italia, Estados Unidos, México y Cuba, además de en Alemania. Enzensberger inició su carrera literaria en 1957, con el libro de poemas Defensa de los lobos, al que siguió otro poemario, Hablar alemán (1960).
Entre 1965 y 1975 perteneció al Grupo 47, una asociación de escritores inscrita al movimiento por la revitalización de la lengua y la literatura alemanas tras el trágico paréntesis del periodo nazi y de la II Guerra Mundial, y por la difusión de una nueva cultura alemana democrática y cosmopolita.
En sus ensayos de esta época emprendió una crítica a fondo del sistema político y de los medios de comunicación: Detalles (1964), Política y delito (1964) y Elementos para una teoría de los medios de comunicación (1971. Durante el movimiento estudiantil de 1968, Enzensberger llamó a las intelectuales a tomar parte activa en la alfabetización política de Alemania, una idea que él mismo puso en práctica en la obra de carácter documental El interrogatorio de La Habana (1970) o en la novela El corto verano de la anarquía: vida y muerte de Durruti (1972).
Su interés por los asuntos políticos, culturales y sociales del mundo contemporáneo y su aversión hacia todo tipo de pensamiento conformista le llevaron, durante el proceso de reunificación alemana, a criticar con dureza la actitud de los partidos políticos de la izquierda, a los que acusó de no haber sabido impulsar una nueva orientación política.
Europa, Europa, un libro a medio camino entre el reportaje periodístico y la novela, nos ofrece una fotografía viva y contrastada del Viejo Mundo, que es para Enzensberger el espejo de sus temores y sus esperanzas.
Dentro de su abundante producción destacan también títulos como Mausoleo (1975), El hundimiento del Titanic (1978), El filántropo (1984),la mencionada El diablo de los números (1997) o ¿Dónde has estado, Robert? (1998).
En 1999 apareció el libro de poemas Más ligero que el aire.
Su más reciente publicación es Los elixires de la ciencia (2002), una selección de poemas y ensayos.
En 1963 recibió el Premio Georg Büchner. En 2002, además del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes.

MÁS POEMAS TRADUCIDOS DE ENZENSBERGER EN "A MEDIA VOZ"
PARA CONOCER SU OPINIÓN SOBRE LA POESÍA: UNA ENTREVISTA CON ESTE AUTOR