sábado, 17 de enero de 2015

Homenaje a Ignacio Campal.

   Y en este mediodía de viento gélido en San Lorenzo, ante la Conserjería que fue su recinto, nos hemos juntado un buen número de 'personas' de todas las edades para recordar a Ignacio. Sobre un caballete, un marco con una fotografía en la que aparece él, amable y sencillo como lo evocamos, y otras junto a profesores y alumnos. Y, además del poema 'Retrato', de Antonio Machado, un texto de su, nuestro, amigo Román, que glosa lo que Ignacio fue:
"Siempre vivirá en nuestros recuerdos. 
Fue de las pocas personas  que creía en los seres humanos, 
que deseaba para todos la felicidad y que lo daba todo por ello, 
que fue pobre para que otros fuesen más afortunados que él."

   Algunos hacía tiempo que no pisaban el Instituto, por estar ya jubilados. Otros convivimos en él día a día, cada uno en su puesto. Muchos no tuvieron ocasión de conocerlo, pero se han acercado atraídos por lo que esta semana han oído hablar de él.
   Ha sido un acto sencillo, pero cargado de la emoción de recordarlo.
   Con permiso de sus autores, dejamos constancia aquí de las intervenciones que se han sucedido:

"PRESENCIA DESDE LA LEJANÍA
   Amigo y compañero Ignacio: 
   Ya ves que me presento al sencillo y entrañable acto de una placa conmemorativa a tu nombre en la que fue tu casa (ampliada ahora a unas espaciosas aulas) durante el desempeño de tu labor en este I.E.S. JUAN DE HERRERA. 
   Ya ves que me presento con el alma y con el corazón, pues, a esta hora, mis compromisos ineludibles me fuerzan a estar a kilómetros de este lugar. Pero mi espíritu, al igual que el tuyo, se encuentra aquí, donde otros amigos y compañeros, amigas y compañeras, se han dado cita en torno a tu noble recuerdo. 
   Me fluyen a la mente, como a borbotones, retazos de tu semblanza. Pero a riesgo de ser injusto, por lo parco, en la memoria de tus virtudes, así, a vuela pluma, permíteme recordar tu disposición natural a ser servicial con todo el mundo. Tu afán de adornar de cálida y respetuosa amistad el frío cumplimiento de las obligaciones, dando como resultado que te excedieras generosamente en tu trabajo, sin reparar en sacrificios por tu parte, y en solicitudes abusivas por parte nuestra, por parte mía. Y si el esfuerzo disciplinado es condición indispensable en un centro de estudios, que es también centro de convivencia, ahí estaba tu disponibilidad y tu participación casi siempre callada, cuando de festejos se trataba. Por la parte que me toca, no puedo olvidar tu colaboración en las excursiones escolares de fin de semana o de días festivos organizadas en los estudios nocturnos, así como en todo tipo de actividades culturales. Tu vena de filómano afluía cuando te arrimabas a mi acordeón y, con leve movimiento de la mano y de la cabeza, acompasabas las notas de canciones que animabas al ritmo del teclado. 
   Como broche final de toda una vida, no puedo olvidar tu ejemplaridad a la hora del adiós. Esa conformidad serena con el destino, en tu caso acompañada de profunda fe, más allá del encomio, me resulta radicalmente aleccionadora. Perdona mi pedantería, pero se me antoja digna 'praxis' de aquello en lo que meditó y admiró JORGE MANRIQUE en sus 'coplas'. Por eso, amigo y compañero Ignacio, ante la pena por tu ausencia, pero teniendo muy presente la rica trayectoria de lo que fue tu vida, permíteme que, plagiando al poeta, concluya diciéndote que 'dejonos harto consuelo tu memoria'."
JESÚS FERNÁNDEZ


   "No quiero recordar del dolor que llevaba en su mochila Ignacio, ni los últimos meses de su vida, ni su terrible enfermedad, ni lo impotente que se sentía uno para intentar lo ya inintentable. 
   Yo recordaré siempre un Ignacio stendhaliano:
   'El mantenimiento de un yo sagrado y puro'. Eso significa que un ser humano como él no era capaz de estar alejado de cualquier tipo de complicidad, tampoco de cualquier tipo de desolación causada por el dolor humano y siempre estuvo alejado de cualquier deformación producida por el odio, del rechazo de nadie. 
   Él tenía apartamientos impuestos en la casita del conserje, porque era un hombre que nunca quiso estar solo. 
   No se contagió de la peste, ni allí ni en su trabajo, ni con sus amigos, ni en el dolor. Siempre salvó, en su frágil barca de la vida, todo lo que merece la pena ser rescatado, esto es, si lo llamamos por su nombre teológico correcto, el alma inmortal."
ROMÁN


   "Un hombre que sin aspavientos fue capeando el temporal de la vida con sencillez, como pensaba Machado: 
... Por mucho que valga un hombre, nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre...
Y ese pareció ser el afán de nuestro Ignacio, ser hombre para los demás. 
...Algo inmortal hay en nosotros que quisiera morir con lo que muere... dice el poeta.
   Es lo que hoy quiero decirte, querido Ignacio, que algo se nos murió dentro del alma con tu marcha. Solo espero que nos encontremos en el largo paseo de la eternidad y volvamos a reír y a llorar, que es lo que pasa con este vivir y con este morir."
EDUARDO TRINCHANT


"SIGNIFICADO DE LA PLACA, DEL ESPÍRITU Y DEL LEGADO VITAL DE IGNACIO:
   A este edificio, posiblemente de forma involuntaria, y a lo largo de estos últimos años, se le ha denominado edificio "Supernuevo", en relación a su reciente construcción, nombre que incluso nos podría  evocar la personificación de un superhéroe norteamericano como Superman o Spiderman, porque tal vez  lo urgente no nos ha permitido abordar lo importante, y este homenaje a Ignacio era importante y merecido, puesto que ha dejado una destacada huella, tanto en el Instituto como en quienes tuvimos la suerte de conocerle.
   Dar nombre al edificio mediante esta placa es una forma de valorar lo que representó Ignacio por dos motivos: por el hecho de levantarse en el espacio que ocupaba su pequeña casa de conserje y por su trayectoria de servicio y de entrega a la Comunidad Educativa a lo largo de veintitrés años. 
   Así, los alumnos y profesores actuales, y los que formen parte del centro en el futuro, podrán decir: " vamos a la clase de Matemáticas, a la de Lengua, a la de Geografía, a la de Inglés,.. que se encuentra en el edificio de Ignacio", con lo que reforzaremos su espíritu. El espíritu de Ignacio nos acompaña y deambula por los pasillos entre nosotros y, en  ocasiones, se manifiesta cuando observamos gestos de amistad, de bondad, de ayuda y de predisposición hacia el otro, sin distinguir si es alumno, profesor (desplazado, interino, en expectativa o definitivo), si es conserje o administrativo…que solo sabe de personas, y que además no hace muchas preguntas, ni pide explicaciones, pues posee una actitud gratuita, ya que trata de servir a los demás sin esperar nada a cambio, que busca comprender a las personas y hacerlas un poquito más felices.
   De esta forma, podríamos dar continuidad a esta sencilla, pero importante clase magistral que nos ha impartido y legado Ignacio, pero esta vez sin necesidad de programación, ni de  tiza, ni tampoco de proyector, ni de pizarra digital, incluso sin aula, Tan solo señalar, a modo de ejemplo,  los apuntes elaborados de forma diaria en su pequeña libreta en la que reflejaba lo que él definía como “servicios”, que no tenía otro fin que cubrir las necesidades burocráticas o personales, tanto para alumnos como para profesores o para otros compañeros, y que él solía cumplir puntualmente.
   Todo esto nos lo ha transmitido a través de su vida, con sus actitudes y  su entrega en el tiempo en que estuvo entre nosotros. El contenido de esta clase magistral estuvo cargado de valores humanos que debemos interpretar,  tratar de asimilar e incluso transmitir.
   El que estas señas de identidad y estos valores perduren en el tiempo, ahora depende de todos nosotros." 
ISIDRO


   También ha hablado Delia sobre la ayuda imprescindible de Ignacio en tantísimas gestiones burocráticas. Y ha recordado cuánto la impresionó lo que comentó Ignacio después de contarle a lo que lo había llevado su ayuda a un amigo: "Para mí, es más valiosa la amistad que un piso".

   Todos los asistentes hemos escuchado en silencio y con emoción las palabras de unos y otros, que refrendábamos con sus aplausos. 
   Finalmente, hemos salido al patio y, colocados frente a donde estuvo la puerta de su casa, Ramón, el Director, ha descubierto la placa fijada en ese muro para recuerdo de todos. 






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