martes, 13 de septiembre de 2011

Un comienzo de curso triste



Regresamos al blog cuando faltan pocas horas para que nos den el horario del nuevo curso y recibamos a los alumnos de Primero de ESO.
Todos los años esperamos con impaciencia ese momento. Pero este curso es la tristeza la que nos domina. Llevamos preocupados desde los primeros días de julio, cuando se dictaron en la Comunidad de Madrid las instrucciones para Secundaria, que merman las plantillas, que nos aumentan la carga lectiva en dos horas, que eliminaban la hora del Tutor con sus alumnos, que hacen desaparecer las horas del responsable de nuevas tecnologías y del Jefe de Departamento de Actividades Extraescolares y Complementarias.
Tras un verano desasosegante, en que hemos estado pendientes de las noticias, de los correos de nuestros amigos, de las asambleas celebradas por primera vez durante el verano, ahora por fin hemos conocido la repercusión de los recortes en nuestro instituto: ocho profesores ya no van a estar con nosotros, vamos a tener menos tiempo para coordinación de equipos docentes y para que los profesores reciban a los padres que necesiten hablar de la marcha de sus hijos en cada asignatura; habrá menos laboratorios, la ratio de alumnos en los grupos aumenta, a la vez que disminuye la atención a las asignaturas pendientes y a la diversidad; habrá menos profesores de Guardia, y la biblioteca perderá uno de los logros que tanto costó desde que emprendimos nuestro proyecto: mañana sabremos cuántas horas puede estar abierta.

Padres y alumnos se dirigen a nosotros apenados cuando se enteran. Para muestra, el correo que me escribió anoche un alumno de 4º:
De todos los cambios, el que más lamento es el de la biblioteca. Intuyo que a ti te dolerá mucho, pero no te imaginas lo que me entristece perder una de las razones por las que más me gustaba este instituto.
Podría pasarme ahí mucho tiempo sin aún cansarme de la variedad de libros, comics (de lo mejor, por cierto), y películas (lo mismo digo)
Allí encontraba libros que en ningún otro sitio había visto y que este curso tenía muchísimas ganas de leer (los libros que allí hay de África no son fáciles de encontrar, intuyo).
Así que me imagino que este año lo tendremos un poco más dificil, pero sólo te comento, que no vamos a ser los únicos que lamentemos el cierre de la biblioteca
.

No todos comprenden, como este chico, lo que esto supone, y nos vemos obligados a defendernos de las agresiones y falsedades que los medios de comunicación extienden, dedicando todas nuestras energías a dar la información correcta para que la sociedad se ponga con nosotros a reclamar que se cuide la educación pública, que se procure que nuestros alumnos reciban la educación de calidad que merecen.

Eso sí, mientras nos queden fuerzas, continuaremos como podamos con nuestro proyecto, Biblioteca entre todos, Biblioteca para todos . Empezamos recuperando nuestros "Textos de la semana", con este fragmento que Diego Gracia Guillén, Catedrático de Historia de la Medicina en la Universidad Complutense de Madrid y Director del Máster en Bioética, pronunció en la Conferencia inaugural de los Cursos de formación del profesorado en San Lorenzo de El Escorial en julio de 2006.


LA VOCACIÓN DOCENTE
(…) Tengo una profunda admiración hacia todos los tipos y niveles de docentes y considero que en nuestra sociedad están mal tratados. Quiero explicarme:
Los profesores tenemos una enorme responsabilidad, la de formar las mentes y las personalidades de las jóvenes generaciones, de lo que van a ser esas personas en su vida, y por tanto también de lo que va a ser este país. Y mi impresión es que este altísimo cometido, en el que la sociedad se juega buena parte de su futuro, no está debidamente reconocido ni recompensado.
Ser profesor es casi heroico. No sólo por el bajo salario y la alta dedicación que el asunto exige, sino también, y quizá principalmente, por la falta de estima social.
Vengo diciendo desde hace muchos años que el verdadero Ministerio de Economía, entre nosotros, tendría que ser el Ministerio de Educación. El motivo es muy simple: al proceso económico nosotros no podemos aportar capital financiero, ni tradición industrial, ni tampoco capacidad inventiva o investigadora. Lo único que podemos aportar es mano de obra, capital humano. Y nuestra gran aspiración tiene que ser, por ello, que esa mano de obra sea cualificada, que se halle perfectamente formada.
Este país no tiene casi otro capital que su capital humano. Y ese está en manos de los docentes.



- Eso de la ESO
- Estimada Presidenta de la Comunidad de Madrid
- El saber no es un lujo

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